Envejecer es madurar, y en el hilo de los ritos y la sabiduría fisiología de la tierra en los cuerpos humanos, envejecer y llegar a la perimenopausia y periandropausia, nos permite la mirada periférica y la memoria de recuerdos olvidados.

Crecer es tener más perspectiva en el espiral del tiempo y recordar que caminamos hacia la muerte con la muerte enseñándonos a vivir. Y vivir desde el auto cuidado ese que no nos enseñaron, no se vende, porque es poco productivo, perezoso, mediocre y delicioso. Ese que cuida la vida y no alimenta carencias, ni multinacionales. Ni mafias, de ningún tipo, que sostienen el daño de la tierra. El daño de la vida.

Envejecer es reverdecer y NO es patología, es FISIOLOGÍA, es decir la sabiduría de la vida en nuestros cuerpos salvajes, sabios y vivos.

NO son patologías los calores, ni la baja de la libido, ni la resequedad, ni que el pene esté más blando y más tiempo hacia la tierra… No es patología el cambio del tono muscular, ni las arrugas, ni la relajación de la panza, ni la furia, el llanto, el desasosiego del crecer.

Es un proceso profundo, para mayores de 34 años… proceso de transformación, memoria y enCuerpamiento, para caminar con raíces, savia y sabia interior, con garras y ramas… con manos suaves y compasión, hacia nosotros mismos, para entender el síntoma sin ideología… desde adentro. Desde la sabiduría de las entrañas.