Mi vivencia somática
Esta historia es sobre el cuerpo, el cuerpo como primer territorio de experiencia, de emoción, de pensamiento.
Nada sucede sin cuerpo, esto es lo que amo de la educación y experiencia somática, que cuando vas al cuerpo; tocas y conectas en silencio con el ser.
Cuando me formaba como educadora somática, fueron llegando a mi consciencia las partes apretadas, endurecidas, acorazadas, y muchas veces los duelos viejos no realizados, un gran amigo llama al trauma, experiencia de vida no digerida.
Así llegué yo, con procesos mentales y discursos, con 20 años de movimiento y danza y aún sin sentir y escuchar la sabiduría de mi cuerpo.
Vinieron llantos, recuerdos, y el tejido iba poco a poco encontrando su lugar, su nuevo lugar, dejando de cargar lo que ya no era necesario seguir llevando.
Quiero contarles hoy como fui llegando a mi corazón, como fui encontrando la tierra diafragmática de mi corazón y qué pasó en mí.
Desde la visión somática, el corazón es órgano sensorial, músculo, glándula y cerebro, así que lo abordamos mucho, debo anotar que desde la primera vez, desde el más sutil contacto y escucha a mi corazón, venían las lagrimas, el desasosiego.
Iniciamos movilizando el tejido tridimensional del corazón, las paredes anterior, posterior, laterales, el cielo y el suelo, pude sentir que había zonas totalmente insensibles, duras, rígidas y que la caricia o contacto con los tejidos pulmonares era difícil, seca. Las emociones venían y aun hoy me cuesta saber qué emoción estoy sintiendo, pero en ese momento la emoción venía como llanto atascado en la garganta, confusión y vergüenza de sentir.
Poco a poco fui estando presente, con manos y miradas no juzgonas en los tejidos de mi corazón. Descubrí muchas cosas, descubrí que estaba en una postura que no le permitía a mi corazón estar en eje, por lo tanto mis riñones estaban jalados hacia arriba y mi respiración no era plena…. descubrí que esa posición había sido mi mejor forma de resolver momentos difíciles de mi vida, descubrí que estaba lista para soltar y encontrar una posición mas cómoda y consciente.
Lloré mucho, sigo llorando, ahora que recuerdo este proceso largo, me conmueve la tensión como solución ante el dolor, como una forma de sobrevivir al trauma. Sigo conmovida por el camino que recorrí para encontrarme conmigo, mujer adulta y calma.
Solo decir que duró varios años sentir y estar con mi corazón, que aun hoy en determinadas situaciones difíciles, mi antiguo patrón regresa para cuidarme, y yo me acompaño, ofreciéndome maneras menos tensas de estar y actuar.
La profundidad del camino aumenta y así también la belleza y el amor de mi propia experiencia somática. Este no es un camino sin dolor, es estar vivo con lo que hay cada día, sintiendo plenamente, lo que sea que esté sucediendo. Es estar integrados, unificados viviendo.
Adriana Ordoñez Ortiz

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